—¡En un circo! ¡O lo que carajo sea! ¡No! ¡No, señor! ¿Qué se piensan? ¿Qué soy un newbie inservible? ¿Un loser arrastrado, un bufón de show de freaks? ¡No, no, no! ¡Naroto no se va a arrastrar por nada ni por nadie! ¡Naroto siempre con la frente en alto! ¡Naroto siempre brillando! ¡Naroto, una joya! ¡Una joya despreciada, desvalorizada! ¡Un lujo incomprendido! ¡Un exceso para los descerebrados que no saben apreciar lo que tienen adelante! ¡Lo que sale de la boca de Naroto son credits puros, señores! ¡Cualquier cosa que salga de Naroto vale más que la vida misma de tantos users de relleno! ¡Cualquier cosa! ¡Sí! ¿Quieren show, eh? ¡¿Quieren show?! ¡Les voy a dar show!
Me paro en el medio del habitáculo y me agacho. Hago fuerza en cuclillas y bajo un poco más. Hago más fuerza y por fin sale. De a poco y cada vez más rápido. Un chorizo blando y marrón, clarito, que se enrolla sobre sí mismo, un espiral, como una pirámide, con el último tramo en punta, finito. Un cono de mierda perfecto. Me incorporo. Observo mi obra de arte y la señalo y grito hacia arriba.
—¡Ahí tienen show! ¡Pónganle precio, señores! ¿Quién da más?
Me agacho y miro el sorete de cerca. El olor picante, amargo, me envuelve y me viene una arcada pero logro controlarla. Miro al sorete de un lado, del otro, y largo una carcajada.
—Creo que te voy a llamar… ¡Flaffy!