Ya escucho la música que revienta del otro lado del camarín. Me miro en el reflejo: brilla la piel escamosa entre el rosa y el rojo. Fire. Siento las garras de las manos poderosas, las patas ágiles, la lengua ardiendo. Akira. The Queen. Eso soy. Ly mira las pantallas en las que se proyectan las competencias previas.
—Escuché que Midgeon trae una sorpresa.
—¿De quién?
—Rimsi me lo dijo. Y sabés que no miente.
—Veremos. Yo también tengo mis surprises, love.
—¿De dónde salió? De un momento a otro todos hablando de Midgeon. ¿Quién sos?
—Tranquila, Ly. Nadie puede resistirse a estos orgasmos, baby.
—Pero ¿no te da curiosidad?
—Obviously. Ya veremos. Y en el fondo. Pensalo. Si pierdo, no la voy a pasar tan mal, ¿no? Win-win.
—Prefiero que ganes.
—Lo sé, divine.
Ly me mira de arriba abajo y sonríe. Baila y camina hacia la puerta, hace una reverencia y la abre. Bailo al ritmo de la música y salimos una atrás de la otra.